Qué celos te tiene la luna cuya luz baña la ciudad y mi abrigo favorito que ya no cumple su función y sigue en el armario. De tus brazos. De tu calor corporal.
Qué rencor te tiene mi almohada que ya no le cuento mis sonetos. De tu cuello que la ha reemplazado.
Qué recelo le provocas a las comedias románticas de domingo por la tarde. De ti, que ya no las veo, las vivo a tu lado. Y esa hora y media no la paso sentada en el sofá.
Qué resentimiento has causado a tantas cosas de mi entorno desde que apareciste en mi vida y lo he dejado todo por ti. Porque tú no eres opción, eres preferencia.
Y esta es otra de mis particulares maneras de decirte que te quiero.
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