9 de marzo de 2011

No-book chapter TWO

Habitación. Seis de la mañana. Suena un despertador. Nuestro enemigo mañanero. Una mano se precipita sobre él, intentando apagarlo. Al final de ese brazo, un chico atractivo, metro noventa, moreno, tez un poco oscura resultante de un bronceado veraniego. El chico se levanta. Va en ropa interior pero le da igual, aún así se asoma a la ventana, desperezándose, saludando a un nuevo día.


Menudo paisaje.-piensa.

La ventana de su cuarto parece un marco que encuadra a la vista más bella que le puede pedir a un lunes por la mañana. Se oye el sonido de las olas, se percibe el aroma a salitre en el ambiente, todo un entorno veraniego.

El chico respira profundamente. Bueno, el chico no, más bien el hombre, tiene 28 años. Se siente a gusto, contento. Es su casa, suya propia y de nadie más. No tiene novia pero tiene una chica en mente. Es guapísima; tiene unas facciones angelicales, suaves, no muy marcadas, dotadas por el don de la juventud; unos ojos verdes pardos brillantes, dulces y a la vez pícaros; un bonito pelo castaño tirando a rubio, el cual lo ha visto tantas veces y de formas diferentes: suelto con algunos mechones reposando en sus hombros, liso, ondulado, muy rizado, recogido en una coleta alta, con flequillo, con moña, con la raya hacia un lado y en el centro, pero todos le quedan igual de bien. Es divertida, simpática, desprende alegría y juventud por cada poro de su atletico cuerpo.
Medita.

-¿Qué chica con su edad querría tener una relación estable con un chico de 28 años? Ella, con toda la vida por delante, una mujer, divertida, con ganas de comerse el mundo en lo que menos está pensando es en sentar la cabeza. Pero es que no creo que yo lo pueda hacer nunca si no es con ella.

Sacude la cabeza, como intentando sacar todo ese lío de su mente. Desayuna, se ducha, se viste, se arregla y sale corriendo de casa rumbo al trabajo. Con una única incertidumbre que le abarca todos los días a esa hora: ¿La veré hoy?

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