11 de julio de 2018

Cada nuevo comienzo viene del fin de otro comienzo.

Una nueva casa,  un nuevo hogar,
cajas de cartón por las esquinas,
maletas a medio deshacer.

¿Esto dónde lo ponemos?
Queda mejor allá.
Me pido este lado de la cama.
Una cerveza.
Me conquistas mi territorio con tus cosas.
¡Mentira! Bueno, un poco.
Da igual.
Déjame este cajón para mí.
¿Queda bonito aquí o mejor al otro lado?
¿Y si compramos un cajón para meter lo del baño?
Mejor en una percha.
Esta estantería solo para las especias.
Mis zapatos aquí.
¿Descansamos un rato?
Otra cerveza.
Una ducha rápida.
¡Vámonos a la playa!
¿Me ayudas?


Cómo merece la pena todo el sacrificio previo, para que este esfuerzo de unos pocos días se lleve a cabo.

Y, joder, qué bonita la vida cuando... siempre.

Me pongo a pensar en ello, en cómo he llegado hasta aquí, en lo que dejé atrás,

Y escuchando Closing time de Semisonic de fondo, 
con mil recuerdos arremetiendo contra mí,
con una jarra bien fría de cerveza en la mano,
tarareo:

Closing time... Every new beginning comes from some other beginning's end.

Si hubiese hecho caso

Si hubiese hecho caso del qué dirán.

Si hubiese hecho caso de los malos consejos.

Si hubiese hecho casa de los comentarios de una de mis ex-compañeras de piso.

Si hubiese hecho caso de las críticas.

Si hubiese hecho caso de lo que me decían que era "lo más lógico".




¿Qué pasaría si no hubiese seguido mi instinto ni a mis sentimientos?

Quizás estuviese trabajando en Valencia. O quizás haciendo algún curso por esa ciudad. Quizás hubiese vuelto definitivamente con mi ex. Quizás me hubiese peleado cientos de veces. Quizás hubiese llorado cien veces más. Quizás no hubiese viajado por placer. Quizás no hubiese descubierto sitios nuevos. Quizás no hubiera aprendido sobre las relaciones tóxicas no románticas. Quizás no hubiese acabado mis estudios. Quizás me hubiese ido. Quizás hubiera querido desaparecer de vosotros, y creedme que lo hubiera hecho. Soy experta en desaparecer. A veces, hasta con la mirada hacia el suelo, sin levantar cabeza y dando motivos a los demás para crecerse ante mí como poseedores de la verdad absoluta y sabiduría extrema. Quizás hubiese hecho lo mismo de siempre: atender a la razón, esconder mis sentimientos, taponar las heridas y mirar hacia otro lado. Quizás no hubiese hecho daño a personas que he querido, que quiero o que ni si quiera me importan. Quizás le hubiese alegrado la vida a otras, pero no a mí, no a él.

Quizás, quizás, quizás...


¿Quién sabe?


Quizás ahora no fuese feliz.



























Ayuda.

Se me atraganta tanta alegría entre la garganta y el corazón, 
que ni tragando saliva pasa ese atranque, 
que estoy hasta las trancas por mi ti, mi amor.

23 de junio de 2018

Noches de San Juan

Ya no voy a las hogueras,
ni pido deseos,
ni hago rituales de buena suerte.
Pero qué bonito recordar.


Me gusta recordar. 


Acordarte de la gente que ha pasado por tu vida para dejarte sensaciones,
momentos imborrables,
lecciones valiosas,
noches bonitas, locas, raras.




Cada noche de San Juan, mamá y yo hacíamos "brujería". Le deseábamos el bien a nuestra gente. Quemábamos papelitos con deseos. Arrojábamos a las hogueras cosas que nos traían malos recuerdos para que el fuego se los llevara para siempre. Encendíamos velas. Los pétalos de rosa en agua para la mañana siguiente. Hizo a una niña pequeña creer en la magia año tras año.

Gracias, mami.




¿Y ahora qué? 



Sigo creyendo en silencio. Lo siento en mí. Aunque ya no haga nada de eso, esta noche me impregno de esa "energía" que yo llamo recuerdos.
Fluyen.
Y sonrío. Y hago muecas cuando se me atraviesa alguno malo, pero pienso en lo bueno que me han traído. Y así es cómo en esta noche, de la que no me canso de escribir, mi mente y mi cuerpo se separan por completo.

Yo estaré aquí, tomándome una cerveza, viendo una película o riendo con los amigos, pero mi mente está a años luz, repasando mi historia. Deseándoles lo mejor a todas esas personas que han tenido un impacto en mi vida y dándoles las gracias por, en un momento o en otro, haber formado parte de ella.




Otro año más hablando sobre esta noche. Sobre su magia. Sobre su eternidad en lo efímero.








Felicidades, Juan.

28 de marzo de 2017

Te toca.

Si la vida es como el juego del parchís,
el mundo es el tablero,
y sus brazos casa.

Uno.
Dos.
Tres.
Te como.
Me cuento 20 y vuelvo a tirar.

20 de febrero de 2017

Del montón.

Soy muy normal.
No tengo nada de especial.
No bebo.
No fumo.
No me drogo.
No salgo.
Solo he follado si he estado enamorada.

Y también sé mentir muy bien.

2 de noviembre de 2016

Hogar

Eres el hogar más bonito que me he tirado.

Y me he follado otros lugares por despecho,
por no saber a dónde ir,
por atracar en un puerto que no me aporta,
por descansar en un pueblucho abandonado que me pillaba de camino,
por descubrir sitios nuevos,
por ¿curiosidad?,
por pasear por calles abarrotadas de gente,
y yo, sin embargo, sintiéndome sola entre esa multitud.

Hasta que volví a casa.
Un poco más lejos.
Un poco más.
Ahí.
Justo ahí.

Estaba de okupa en una habitación pequeña, lúgubre, con humedades en las paredes, fría, árida, oscura, silenciosa, vacía. Salía de vez en cuanto por las noches a inspeccionar el resto de la casa, daba paseos por el jardín todas las tardes para que me vieras. Me encantaba ese sitio. Pero no vivir de esa manera. Ni a ti. Que no te gustaba ir a esa habitación, ni sacarme de allí a hurtadillas, ni mirarme de lejos.

Y, pues vaya, que desaloje la mansión y la hice mi hogar.







Pienso quedarme a vivir aquí para siempre.

24 de octubre de 2016

No me, no me. Que te, que te.

Me echaste una mirada de esas que alteran cada terminación nerviosa.
Como quien echa uno de los mejores polvos de su vida.
Que te deja temblando las rodillas con la respiración entrecortada.
Que te dilata las pupilas como la mejor droga del lugar.
Que te cuesta volver a respirar pausadamente.
Que no puedes borrar la sonrisa de tu cara para lo que quede de día.


Y yo aquí, que sigo hablando de tu mirada.




O no.

14 de julio de 2016

Como si fuera ayer.

Aún recuerdo la primera vez que te vi.

Mi ceño se frunció y me provocaste una mueca algo parecido a una media sonrisa. Te miré extrañada porque no te conocía. Y te conocí. Conectamos de una manera peculiar: asqueándonos del comportamiento de alguien. Nos miramos y nos reímos.

Esa fue la primera vez que pensé que tenías algo especial.

Hace escasamente dos meses hicieron 4 años desde ese día.

Después nos divertimos, hablamos, reímos, quedamos.

Como si fuera ayer, oye.

Iban pasando los días y siempre deseaba verte, abrazarte, protegerte, hacerte reír.

Me dabas sorpresas, me regalabas cosas que ni eras consciente, compartíamos secretos, corríamos como Phoebe, eramos cezys. Con el tiempo te llegué a llamar hermana. Mi pequeña golfa. Mi ojito derecho. Mi Lavigne. Mi amazona.

Y sí, recuerdo esto con nostalgia porque muchas de mis mejores locuras han sido a tu lado.
No sé porqué escribo esto (como la mayoría de las veces que lo hago), pero sí sé lo que pretendo, lo que siempre he hecho: hacer sonreír haciendo la medusa cachonda.




Te sigo queriendo como siempre y como nunca.

29 de junio de 2016

Lo que implica irse.

Me voy.

Pero no lejos, 
pero me voy, 
pero cerca, 
pero a la vez lejos, 
¿sabes?

Me voy sin hacer ruido, 
porque duele menos,
porque es más fácil pensar que aún estamos cerca,
pero a la vez lejos, y no queremos pensarlo.
Pero pensamos que no lo pensaremos, 
y en algún momento me recordarás porque veas algo que sea tan yo que no puedas evitar recordarme, y pensarás en mí,
y en que ya no estamos cerca,
y en que sí que lo estamos pero no.

Y pensarás en por qué no despedirse bien,
en por qué despedirse mal y pronto,
como si no nos fuéramos,
pero nos vamos aunque algunos no queramos irnos,
pero a la vez sí porque es inevitable irse.

Nunca se me ha dado bien esto.
Lo siento, 
pero
   me voy
             así
                despacito
                      y en silencio.


Nos vemos en los bares.




Por si me recuerdas, me piensas y no quieres más lejos y sí más cerca.


22 de junio de 2016

Después de tanto tiempo.

Ahora qué

ha acabado mi periodo de formación en centros de trabajo,

ha finalizado mi proyecto de fin de grado.

ha terminado mi formación académica.


Se cierra una etapa en la que han pasado muchísimas cosas, tanto buenas como malas, aunque estas últimas me gusta pensar que han sucedido para ser y tener lo que hoy en día soy y tengo.

He crecido.

Por eso, muchas gracias a todos los que os habéis cruzado en mi camino para enseñarme lo que aún se escapaba a mis conocimientos y por confirmarme lo que ya sabía.

No puedo decir que vaya echar de menos todo esto, que también, pero, qué malo que es estancarse en la vida, ¿no creéis?





Ahora qué

tengo más tiempo, espero que me leáis más

y mejor

y más suave

y más bonito.


31 de enero de 2016

Real

Me gustan las cosas/personas reales.
-como tú-



Los besos que son impulsos.
Las caricias que salen por instinto.
Los abrazos que son casa.
La miradas que son puro sentimiento.
Lo natural.
Las carcajadas limpias sin complejos.
Los movimientos de la gente,
que fluyen, 
que no se fuerzan, 
que le salen solos, 
que son tan geniales, 
que le dan buen rollo a la vida,
que no se preocupen si es lo correcto o no,
que no se cohíben,
que son así,
tal cual.
Sin pretender ser esto o lo otro.
Sin intentar agradar o no.

Auténtico.

Original.


Eso es lo que me gusta.

11 de enero de 2016

Cuando las malas lenguas hablan

Dicen que

...

que si tú eres

...

que si yo soy

...

Y a mí que me la suda.




Podría escribir aquí todo lo que eres,
lo que tenemos en común y lo que no,
lo que nos gusta hacer juntos,
lo que ya hemos planeado y lo que nos queda por planear,
lo que somos, fuimos y seremos.

Podría escribir aquí muchas anécdotas graciosas,
anécdotas bonitas,
primeras veces.

Podría escribir aquí que nunca nos aburrimos,
que nos gusta la cerveza,
el cine,
el rap.

Podría escribir aquí que me quedo agilipollada
cuando me cantas,
me miras,
me cuentas historias,
me dices lo que sientes,
me lloras,
me ríes,
me besas,
me sorprendes,
me llevas,
me traes,
me haces sentir viva.

Podría escribir aquí tantísimas cosas...

y no quiero.

26 de noviembre de 2015

No soy.

No soy como tú te piensas.
Te piensas que soy
como tú me has idealizado,
por cómo te he tratado,
por cómo te he hablado,
por cómo me he dejado ver ante ti.

Ten claro que nadie me va a conocer al 100% nunca,
pero si al 90%,
y será quien yo quiera.

En mi defensa diré que.

24 de noviembre de 2015

En suspenso

Intenté escribirte, te lo prometo.

Pero me quedé en ese momento
en que te aproximaste a mí
con tu faceta más seria,
te quedaste a medio centímetro de mis labios
y sonreíste.



En ese momento me quedé.

22 de octubre de 2015

Una noche cualquiera

Empezamos por la calle.
Sácame la mano del pantalón que no me prende el mechero.
Me coges por detrás y te apoderas de mi cuello.
La mano, en su sitio.
Y que no, que no atino.
Me cuelga el Malboro del labio.
Te echo la bronca entre risas.
Me das la vuelta, me robas el cigarro aunque fumes Camel.
Ríete. Ahora. Que puedes.

Subimos al piso, y lo manchamos todo con nuestro aroma.
Espaldas y manos por las paredes.
En la cocina, coger dos vasos torpemente y el whisky de la mesa.
No usamos los vasos. Vaya.
Nos bebemos a morro.
A chupitos en mi ombligo.
Me coges de la barbilla con la boca abierta.
Noto como baja ardiendo por mi garganta. El whisky.
Se derrama y que no se desperdicie ni una gota,
sacas a pasear tu lengua por el camino que ha dejado.

Tus labios por mi cuello.
Tu mano agarrando mi muslo, a la altura de tu cadera.
Tu otra mano desabrochando el botón.

Vamos a drogarnos en tu salón.


Quiero tirarme a todos los vicios.

A ti el primero.

29 de septiembre de 2015

Dermatilomanía

Hola a todos. Mi nombre es Ana y sufro dermatilomanía. La mayoría de vosotros no sabréis de qué se trata esta enfermedad, pero aquí estoy yo para que sepáis algo de mí en un sentido más serio. 

La dermatilomanía es un trastorno de control de impulsos caracterizado por el impulso repetitivo de rascar, pellizcar o excoriar la propia piel y que suele provocar lesiones cutáneas. Mucha gente lo asocia a un TOC (Trastorno obsesivo compulsivo), cosa que, personalmente, no descarto. En mi caso, se concentra en las piernas y en la cara. Por suerte, lo de la cara lo superé hace un año.

Cualquiera que me conozca bien y haya visto con detenimiento mis piernas sabe que algo pasa, que no es normal llevar tantas heridas. 

Todo comenzó en la adolescencia. La mayoría de mis amigas no tenía ni una imperfección en la cara, ni una espinilla, si a caso algún granito menstrual de esos que ya sabéis que son tan puñeteros. Pues bien, a mí no se me ocurría otra cosa que para verme mejor era pellizcarme la cara. Me explotaba los granos hasta que salía sangre (cosa que daña dermis pudiendo dejar marcas) y quitándome espinillas antihigiénicamente. Por mucho que mis padres o mi tata, que es esteticista y entiende del tema, me dijeran que eso no me iba a traer más que problemas, no hacía caso. No es que no hiciera caso, es que no lo podía evitar. Mi deseo por tener una piel libre de granos y espinillas era desmesuradamente desesperado. Hasta que se convirtió en un hábito.
Siempre, absolutamente siempre, tenía en la cara alguna marca. Hace un año que lo superé gracias a mi madre que se deja un pastón en cremas para controlar el sebo de mi piel, exfoliantes contra las espinillas y un largo etcétera de productos que me han ayudado a mejor el aspecto de la misma.

Con el tiempo el problema pasó a las piernas, pero por otros motivos. Me depilaba con crema depilatoria y todo iba bien. Hasta que empecé a depilarme con cera y maquinas estilo Silk Epil. Mi vello empezó a debilitarse por lo que le costaba atravesar la epidermis para salir y comenzaron a hacerse quistes e infectándose.

Volvemos al tema de las féminas de mi entorno: Todas con las piernas como la seda. He de añadir que esta fue una mala época personal para mí, por lo que pudo ser un detonante de mi segunda dermatilomanía localizada. Empecé a pellizcarme la piel para deshacerme de mi problema. Esto llegó a tal punto que me seguía pellizcando hasta cuando no había nada. A veces, incluso con ayuda de unas pinzas o alfileres esterilizados. Suena tal y como es. Triste.

Tuve un par de años a alguien que me motivó a no hacerlo más, pero no podía parar. Ya es mucho tiempo el que llevo sufriendo esta enfermedad. Y por mucho que alguien me diga: ‘Para, ¿no ves que te estás haciendo daño a ti misma sin solucionar nada?’; no funciona. Sigo arañándome, rascándome y pellizcándome la piel. Alguna temporada más, otra menos. Espero algún día poder superarlo como ya lo hice una vez.

Así que, si alguien me ve alguna vez las piernas y se pregunta por su aspecto,  ya sabéis a qué se debe.

Gracias por leerme como siempre y un abrazo a todos aquellos que se preocupan por mí. 



Y si queréis saber más sobre este trastorno, googleadlo- que para eso está.

1 de septiembre de 2015

Nueva temporada

Se acerca. ¿Lo oyes? Ya está aquí.
Nuevos proyectos. Nueva etapa. Nueva temporada.
Se está acabando el verano, y perdonadme por esto, pero menos mal.

He viajado lo que he podido,
he conocido a gente nueva,
he reído como nunca,
he dado sorpresas,
he dado mil abrazos concentrados en uno solo,
he dejado huella,
he regalado recuerdos,
he leído hasta quedarme dormida,
he descubierto canciones nuevas,
he escrito cosas impensables que nadie leerá,
he terminado series,
he cantado,
he bailado,
he vuelto a tocar mal la guitarra,
he llorado por tonterías,
he abierto heridas,
he sanado otras,
he ido al río,
he ido a la playa,
he ido a la montaña,
he ido al norte,
he ido al sur,
he arreglado cosas,
he roto otras,
he sonreído más sinceramente a personas que acababa de conocer que a amigos de toda la vida,
he celebrado,
he estado sola rodeada de mucha gente,
he hecho locuras,
y un largo etcétera.

Pero lo más importante, he cambiado y me he enamorado.
De mí.

Y, sinceramente, eso significa que el verano puede acabar ya tranquilamente, porque para mí ha rentado muchísimo.
Estoy preparada para afrontar lo nuevo que se avecina, nuevas responsabilidades, nuevos retos, nuevas metas, nuevos conflictos, nuevas fiestas, nuevas ideas. Tengo los sentidos a tope, pienso volcarme en todo esto que de verdad me hace feliz, y no sé si es la cafeína, la adrenalina o mi locura la que me incita a decir todo esto. Pero tengo un positivismo encima que quizás dentro de dos minutos venga alguien a tocarme los ovarios y todo esto ya no tenga validez.

Feliz 'temporada' nueva.

22 de julio de 2015

Las mujeres como yo 2.


Puedo estar días.
Semanas.
Incluso meses.
Sin hablarte.
Sin dejar de importarme.
Porque me importas.
Pero soy así
de despegada
de independiente.

No te puedo prometer demasiadas cosas, porque sé que no las voy a cumplir.
Pero puedo prometerte que puedes contar conmigo cuando me necesites.
Que tendré pequeños detalles que te harán sentir especial.
Que te haré reír, sonreír.

De hecho, ahora llevo tu camiseta.
Veo nuestras fotos.
Sonrío.
¿Sonríes?
Qué intenso todo.

¿Llevas mi coletero en la muñeca?
No te lo quites, por favor.
Cuando pierda mi aroma
me encargaré de que vuelva.

Me gusta pasar tiempo sola,
aislarme de todos y de todo,
dedicármelo a mí.

Y de vez en cuando oigo tu voz pronunciando mi nombre,
como si te perteneciese un poquito más cada vez que lo haces.

Pero, aquí estoy, echando por tierra todo lo que he dicho,
porque tengo tiempo libre, y escribo sobre ti.

Joder.

19 de julio de 2015

Si no te vas

Si no te vas,
tengo tres noches a la semana que regalarte
y otras cuatro de propina.
Un tanga sin estrenar,
y fresas en la nevera.
Un beso en la comisura izquierda
-donde el pliegue-,
y mil abrazos en cola de impresión.

Si no te vas,
tengo un pack de 24 cervezas Estrella de Levante,
las 10 temporadas de F.R.I.E.N.D.S.,
y una sonrisa para ti.
Puedo parar el reloj un día entero
y hacer como que no ha pasado el Domingo.

Si no te vas,
podría cocinarte tu plato favorito,
ducharnos juntos,
tocarte la guitarra mientras me cantas malamente
una canción de mala muerte.

Si no te vas,
nos podríamos enamorar juntos del mar
desde un banco
una noche de verano,
o desde la orilla de la playa
una fría mañana de invierno.

Si no te vas,
podríamos ser.

Pero que conste que no te estoy pidiendo que te quedes.



Vete.

9 de junio de 2015

Las mujeres como yo

Siento que puedo con todo con solo rozarle.
Que podría escribirle un poema debajo del ombligo con mis dedos.
Si se deja.
Contar estrellas sin mirar el cielo.

Y me mira.
Y me siento más mujer.
Y me sonríe.
Y me siento más niña.

Que podría bailarle canciones que no me gustan,
con tal de seducirle o hacerle reír.

Aspirar su humo. 
Y que no me mate el tabaco,
y que me mate él.

No le conozco.
Y quiero.

Supongo que será tímido, y que le gusta escuchar música a todo volumen, como al que menos. Y quizás así se sienta igual de enorme que yo cuando me habla. A lo mejor, no le gusta contar historias, pero lo hace. Quizás me lea porque puede que a veces hable de él, y hasta quizás le agrade verse reflejado en alguna prosa de mierda de las que yo escribo.
Puede ser que le guste el calor. O, tal vez, el frío. Nunca le he visto de manga larga y me desquicia no saber qué significa. Y bueno, está jodidamente bueno. Guapo. Pero un guapo de esos que no lo sabe y lo es aún más por ese motivo. 

Pero no le conozco.





Yo aquí venía a hablar de mí.
Y no.
Qué ruina.