22 de octubre de 2015

Una noche cualquiera

Empezamos por la calle.
Sácame la mano del pantalón que no me prende el mechero.
Me coges por detrás y te apoderas de mi cuello.
La mano, en su sitio.
Y que no, que no atino.
Me cuelga el Malboro del labio.
Te echo la bronca entre risas.
Me das la vuelta, me robas el cigarro aunque fumes Camel.
Ríete. Ahora. Que puedes.

Subimos al piso, y lo manchamos todo con nuestro aroma.
Espaldas y manos por las paredes.
En la cocina, coger dos vasos torpemente y el whisky de la mesa.
No usamos los vasos. Vaya.
Nos bebemos a morro.
A chupitos en mi ombligo.
Me coges de la barbilla con la boca abierta.
Noto como baja ardiendo por mi garganta. El whisky.
Se derrama y que no se desperdicie ni una gota,
sacas a pasear tu lengua por el camino que ha dejado.

Tus labios por mi cuello.
Tu mano agarrando mi muslo, a la altura de tu cadera.
Tu otra mano desabrochando el botón.

Vamos a drogarnos en tu salón.


Quiero tirarme a todos los vicios.

A ti el primero.

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