21 de octubre de 2013

Flashbackinception.

Se abren las puertas como si de un telón se tratase. Al bajar del autobús, la veo a lo lejos. Apoyada levemente en la fachada de aquel viejo edificio, nuestro habitual punto de encuentro. 

Guapa. Más que de costumbre. Se ha alisado el pelo para mí. Soy un jodido caprichoso. Y yo me he peinado como a ella le gusta. Guapa no, preciosa. La larga melena castaña le llega por las costillas y el flequillo le ha crecido tanto que le tapa los ojos aunque se lo ladee un poco. Lleva el móvil en la mano. Claro, estaba hablando conmigo. Y un pie apoyado en la pared. Vacilona. Nunca cambiará.

Levanta la vista por encima de las gafas de sol. Mis favoritas. Se le dibuja una sonrisa, no antes que a mí, que la llevaba puesta desde casa como un gilipollas. Joder. Me tiemblan las piernas. - él no era ese tipo de chicos, de los que se impresionan fácilmente con una cara bonita. Pero ella... ella era su punto débil. -  Definitivamente, ella es mi kriptonita, mi talón de Aquiles. Y esa mirada que me lanza me conduce a...






Estaba sentado en la escalera de la estación con un amigo, algo distraído, esperando a los demás. Creía que los conocía a todos, pero levanté la mirada un segundo y vi unos ojos verdes grandes, con un marco de finas y largas pestañas, mirándome, creo que casi con la misma extraña expresión que la mía. Se acercó a mi amigo y le saludó, sin quitarme ojo (ni yo a ella), como si fuera un peligro o algo.  ¿Se conocían? ¿De qué? Si él no sale nunca sin mí. Cabrón. ¿Por qué no me había presentado nunca a esta criatura tan... indescriptible? Me sacó de mis pensamientos con un Hola tierno, suave, delicioso; y dos besos aún más dulces que su voz. Me presenté. No me dijo su nombre y se fue sonriendo, tan enigmática como vino.

-No te conviene. Déjala. 
-¿Por qué no?
-Mira tío, es una buena chavala, no te voy a engañar, pero déjala pasar como si se se tratase de un relámpago en una noche de tormenta. 
-¿Cómo se llama?
-Casandra. ¿Contento?


No le contesté. No entendía nada. Casandra. No volvimos a cruzar ni una palabra en todo el día. Pero miradas... muchas. 

¿Qué queréis que os diga si me llamó la atención desde que sus ojos se clavaron en mí por primera vez? Y hablando de ojos...





- ¿Qué haces, chulita?¿Sujetar la pared o qué?
-Por supuesto. Estoy más fuerte que tú. Mira.

Por estos abrazos pagaría millones. Casandra. No quiero soltarla. Se separó un poco y me regaló un beso.




Puta Casandra. Y aún lo siento. - se tocó la mejilla a la vez que le resbalaba una lágrima por ella.- Aún siento cómo me abrazó aquel día. Y los días que vinieron después. Y los meses. Esos escasos meses. Ya no está, se evaporó. Y es que técnicamente ha desaparecido como ese relámpago que me dijo mi amigo. No hay día que no retumbé un 'te lo dije' en mi mente desde que se fue. Dejándome roto.


Joder.  F l a s h b a c k i n c e p t i o n.





-¿Quién es ese pivón que no deja de mirar hacia nosotros?

-Casandra no es una mujer de la que un hombre en su sano juicio deba enamorarse.

-Solo quiero bajarle las bragas y echarle un polvo. ¿Por qué iba a enamorarme?

-Porque todos acaban enamorándose de Casandra. Sino, pregúntale a cualquier hombre roto de esta ciudad.

-Paso. -se acercó a ella.- Hola, nena.

-Hola.



SENTENCIADO.





Lo que nadie sabía es que la pobre y mal afamada Casandra no estaba mirando al chico que la saludó... 

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