4 de noviembre de 2013

Mis cuatro puntos cardinales.

Todo empezó cuando descubrí que mi brújula no señalaba al Norte. Y que, en realidad, mis puntos cardinales tenían otros nombres. Su sonrisa al Oeste. Su mirada al Este. Su corazón al Norte, apuntando con una flecha para darle justo en el centro. Su entrepierna al Sur.  Porque para moverme por "mi mundo", como si me deslizara entre los hilos de un cazasueños, esas referencias son más que suficientes.


No hay comentarios: