15 de enero de 2014

Maneras de decirte que te quiero IV


Ay, qué poco me gusta ver gente enferma, ir a hospitales y soportar malas caras. No me gusta poner termómetros, ni aprenderme los nombres impronunciables de todos los medicamentos y para qué sirven. Odio encontrarme pañuelos usados en los bolsillos de la ropa o sobre cualquier superficie horizontal de la casa. Qué desagradable las noches en vela y las mañanas con ojeras de no haber dormido nada.

Hasta que llegaste tú, y despertaste ese instinto en mí. Ese instinto que hace que tenga ganas de abrazarte en la cama si te encuentras mal. Bajar a la cocina para hacerte una sopa caliente. Aprenderme los nombres, compuestos, usos, horarios y efectos secundarios de medicamentos que no había oído en mi vida. Darte un beso en la frente cada vez que salgo del cuarto. Tirarme la noche despierta contigo por si me necesitas. Acompañarte al hospital cuando sea necesario y cuando no, también.

Cuidar de ti como tú cuidas de mí.

Y esta es otra de mis particulares maneras de decirte que te quiero.


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