18 de julio de 2012

Teoría del pantalón

Me drogas con tu mirada. Para. Si sigues no me hago responsable de lo que está a punto de suceder.



Suelo tener una teoría que me sirve para todas la relaciones humanas, ya sean de pareja o amistad. Y es la siguiente:

Una relación es como un pantalón. Lo ves en la tienda, te llama la atención, te lo pruebas, te queda genial, te lo compras. Y te lo pones casi todos los días. Hasta que un día que se desgasta tanto que se rompe por la entrepierna, donde está muy jodido arreglarlo. Y a partir de aquí hay dos opciones. La fácil, que es tirarlos a la basura y olvidarte de ellos para siempre. O dejarlos colgados en el fondo del armario, ahí llenándose de polillas y que la única vez que los veas sea porque cambies la ropa de estación a otra. Triste en ambos casos. Pero sin embargo, aún habiendo desarrollado esta teoría yo misma, me quedan esperanzas de encontrar unos cuantos pantalones de algún tipo de tela que usan los de la NASA que es ignífuga, irrompible y un largo etcétera repleto de adjetivos que evocan a la confianza en la susodicha y su durabilidad casi eterna. 



No hay comentarios: