26 de agosto de 2012

Go Go Go!

Cuando no tienes nada que perder, se vive más tranquilamente, sin esa tensión, sin ese miedo a que se te esfume de las manos algo que quieres y que te importa más que tu vida. Lo cierto es que, a veces, se necesita esa tranquilidad de poder actuar libremente, sin pensar en las consecuencias, de hacer lo que te apetezca sin importar nada ni nadie más. Hacer locuras. Ser tú. Sin premisas. Sin condiciones. Sin restricciones. Sin nada que te oprima. Porque cuando eres joven, esto no es un capricho, es una necesidad. Si no, cuando tengamos cuarenta años y demos un repaso a nuestras vidas, nos daremos cuenta, aunque ya tarde, de que hemos perdido la mejor etapa de la vida.

Y si no nos podemos permitir desperdiciar el dinero, ¿cómo nos vamos a permitir perder el tiempo que es más valioso?


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