13 de septiembre de 2012

La maldición del Bicho malo.

Y aquí estoy. A la 1 de la mañana la noche anterior a un examen. Sólo para complacerte. Sólo para complacerme. Sólo por gusto. O quizás para recordar aquellas cosas que nunca se recuerdan. Cuando sacamos el baúl de los recuerdos, le quitamos la tierra de encima de esa tapa de madera grabada a mano con nuestras iniciales y lo abrimos, el mayor error que solemos cometer es fijarnos en las cosas que se han echado a perder, lo que conservamos aún estando roto, las cosas más feas. En cambio, lo bonito, lo llamativo, lo que realmente deberíamos de haber guardado en nuestro pequeño cofre como un tesoro, no está. A veces, puede ser que haya algo, pero muy al fondo. Tanto que cuando vamos a llegar, ya nos hemos cansado de recordar.

Por eso estoy aquí. Ahora. Sabiendo que me lees. Y que te gusta. Simplemente para recordarte que siempre has sido mi manzana prohibida favorita y siempre lo serás. Pese a los errores cometidos. Pese a los enfados o desacuerdos. Pese al distanciamiento. Pese a todo. Esa manzana que estando con quien estés siempre quieres comerte, aunque sea un pequeño e inocente mordisco. Estoy condenada. Pero, ¿qué mejor condena que esta?


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