26 de enero de 2013

Tangencialidad verbal.

Otra noche fría y tu simple aliento para calentarme. Exhalado con palabras vacías. Sin sentido. Dando vueltas alrededor de nosotros en ese cuarto oscuro sin decir nada importante. Entre risas y suspiros. Dolor abdominal. Y por más que hablemos y por más rodeos que demos, no escuchamos las palabras que en realidad quisiéramos oír. Porque nos negamos a decirlas. Porque rehusamos calentarnos más con ellas. Porque somos imbéciles. Con lo fácil que es decir: "Te deseo, aquí y ahora."


Las palabras sobran, al igual que sobra la ropa y el espacio entre tú y yo.

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