25 de octubre de 2013

Ikealizados.

Indagar en su mente era como entrar en Ikea. Pasear entre sus pasillos de razonamientos y buscar en sus estanterías de recuerdos era imposible sin perderse. Por eso, sigo aquí, sin poder salir. Tratando de entender el motivo de sus acciones. Quizás es que haya todo lo que necesito para vivir y no quiera abandonar el lugar. Tal vez, a él le pase lo mismo conmigo, con mi enrevesada cabeza y esté perdido entre tanta confusión tirada por los suelos.

Es posible que nos hayamos ikealizado el cerebro y a la persona que nos quiera le toca el borrascoso destino de vagar entre cajas de cartón precintadas y archivadas de experiencias y expositores de sentimientos sin ningún probador.

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