22 de noviembre de 2013

Iba a escribir sobre ti.

Por vigésima vez. Con todo lo que has significado para mí durante toda mi puta e incontrolable vida. Pero cada vez que me decido a rendir un leve homenaje a nuestra amistad, vas y lo jodes todo.

Iba a escribir sobre las horas solos perdidos por ahí casi todos los días, sobre cómo estábamos colgados del teléfono cuando teníamos que estudiar, sobre cuando venías a mi casa porque no estaba bien, sobre todo lo que tú y yo sabemos. Y vas y desapareces. Te dije que te echaba de menos después de meses sin vernos, sin hablarnos y me contestaste una bonita mentira en forma de yo también. Y NADA MÁS.

Iba a escribir sobre ti, y al fin y al cabo es lo que hago, aunque no de la forma que me hubiera gustado. 

Iba a escribir sobre ti, pero de nuevo me he vuelto a arrepentir.

Iba a escribir sobre ti. Mentira. Iba a escribir sobre nosotros. Sobre ese vínculo que nadie podía ponerle un nombre, porque dudo que alguien más haya tenido este tipo de amistad.

Y la has cagado. Pero, ¿sabes una cosa? Que al que echo de menos es a tu antiguo tú y a todos esos momentos irreemplazables con mi mejor amigo que ya no están, y dudo mucho que se vayan a repetir.

Lo que más me jode es que haya sido cosa tuya. Siempre pensé que esto se enfriaría al distanciarnos, cuando yo me fuera a vivir a Madrid, dentro de unos años, no ahora, no sin explicación, no viviendo uno al lado del otro. Que, de un modo u otro, has cortado conmigo, con tu antigua vida, con los de siempre, con los buenos, con los te quiero, joder, con los nunca te he fallado y nunca lo haré.

Has roto nuestro pacto verbal.
Me has fallado.
Me has roto.
Hemos roto.

Aún sigo sin entender por qué. Llámame crédula si te parece, porque a pesar de todo sigo pensando que algún día volverás, me abrazarás como siempre y me susurrarás al oído: "Perdóname. Me he portado como un capullo. Te necesito en mi vida. Como siempre. Te quiero." Y así cada día. Todo porque me niego a aceptar la realidad. Me niego rotundamente. Esta realidad no me gusta. Esta en la que no valoras nada pero le pones precio a todo. En la que cuenta más una persona que no te ha fallado en 4 meses que una que no te ha fallado en 13 años. ¿Qué hemos hecho mal? Creo que hablo en nombre de muchos cuando te pido por favor que vuelvas con nosotros, que a diferencia del resto, sabremos aceptar tus disculpas y seguiremos con nuestra vida como si nada hubiera pasado. Que estos meses han sido solo un lapsus temporal de estupidez y que se lo achacaremos al cambio climático, a una ciclogénesis explosiva o a la efervescencia hormonal post-adolescente. Lo que sea.

Como último favor, te pido que leas mi penúltima carta de cumpleaños, la que redacté sobre el día que te conocí con pelos y señales y que a pesar de todo este tiempo sigo recordando como si hubiese sucedido ayer. Día tras día, año tras año, nunca has cambiado la forma en que me miras. O al menos como solías hacerlo. De una forma inexplicable ante los ojos de los demás. Así que, abre los ojos y mira bien lo que estás dejando atrás, porque si nos hacemos viejos, con la edad se nos hace más difícil correr y ya será tarde para alcanzarte cuando quieras recuperarnos.



Iba a escribir sobre ti, pero más bien he escrito sobre alguien que ya no conozco.



No hay comentarios: