9 de diciembre de 2013

Desvaríos cardiológicos.

¿Se puede poner cachondo un corazón? Que se excite al escuchar el eco de su voz pronunciando mi nombre. Que le den espasmos cuando sus labios juegan con los míos. Que se quede parado un segundo cuando su mano roza mi rodilla por debajo de la mesa. Que se ponga a cien cuando me mira fijamente. Y a mil cuando me dice lo guapa que estoy. Que se empalme cuando me llama por teléfono. Que se empape cuando me abraza. Que se corra cuando me dice te quiero.

Quizás deba replantearme la existencia de eso que los mortales llaman amor. O mostrar esta teoría a algún instituto científico internacional de Estados Unidos para que se investigue más a fondo.


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