26 de febrero de 2014

Mataría 640.

Más de 640 sonrisas.
Más de 640 lágrimas.
Más de 640 abrazos.
Más de 640 momentos.
Más de 640 semanas.

640 kilómetros.


Mataría por tus consejos a las 2 de la mañana llenando de pipas mi jardín o tu patio y cada vez que me llevabas a coscoletas al final de una noche de fiesta porque me dolían los pies.

Mataría por las noches durmiendo juntos en el autobús de viaje.

Mataría por tu risa retumbando en mis oídos todos los días y por tus arrebatos cariñosos de 'necesito un abrazo tuyo, enana'.

Mataría por uno de esos ahora.

Mataría por un beso en el pelo, de esos de los que me regalabas al cruzarnos por clase y por los piques jugando a los aviones.

Mataría por todas las excursiones juntos desde pelusillas y nuestra comunicación telepática a distancia.

Mataría por comilonas en el Galeón y nuestros primeros cubatas en casa de Sefu.
Mataría por esa época de parejas y mejores amigos saliendo juntos.

Mataría por volverte a llorar en el hombro por esas cosas que creíamos importantes cuando éramos adolescentes.

Mataría por partidos de fútbol, por cumpleaños, por quedadas tontas a las 5 de la tarde.

Mataría por repetir cada uno de los momentos importantes de mi vida solo porque tú has estado presente, desde el momento en que yo te llamaba enano hasta que me lo llamabas tú, cambiándonos los papeles; creciendo. Y cada vez que los profesores nos miraban al decirles que somos hermanos y nos decían lo mucho que nos parecemos, sin dudar ni un instante que nuestro grupo sanguíneo decía lo contrarío.

19 años contigo.

Mataría por recuperar estos 3 últimos.

Me he matado a mí misma por tu felicidad, por dejar que te fueras de mi lado, por tu bien.

Mataría estos 640 kilómetros que nos separan día tras día desde que te fuiste. No sé cómo he sobrevivido a la vida fuera del colegio y del instituto sin ti. Qué duro. Aún no me lo creo. No me creo que lleve tanto tiempo sobreviviendo sin tenerte en mi día a día.

Mataría por ti.


Te quiero, hermano.

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