9 de septiembre de 2012

Sigo siendo yo.

Puedo cambiar. Mejorar como persona. Quitarme malos hábitos. O engancharme a ellos. Adoptar buenas costumbres. O pasar de ellas. Pero ante todo, nunca pierdo mi esencia. No importa quién esté en mi vida. No importa si está de paso o para quedarse. No importa que cambie algunas cosas por esa persona. No importa que me adapte en algunos sentidos a sus costumbres. No importa. Porque sigo siendo yo. Sigo siendo la chica con la puerta empapelada de recortes de revistas de moda. La chica que idolatra a Kate Moss. La chica que le encanta ver ropa por Internet pero disfruta más yendo a las tiendas. La chica que aún sin poder permitirse la vestimenta que realmente quiere, hace lo que puede por vestirse como le gusta. La chica que baila en lencería a oscuras para liberar tensiones. La chica que habla más de lo que debe. La chica que le apasiona casi todo tipo de música. La chica que le encanta perderse en libros cuando la vida se le echa encima. La chica que hace más locuras de las que la mente humana puede concebir. La chica enamorada del mar. La chica que, por algún motivo que hasta tú desconoces, te llama la atención.

Porque sí que es verdad, que a primera impresión puedo pasar desapercibida. No soy nada exuberante, ni tengo nada para impresionar. Pero que por alguna extraña razón, si me das la posibilidad para darme a conocer, puedo llegar a sorprender.

No me hace falta nadie que me diga lo que soy, porque lo sé perfectamente. Conozco mis virtudes y, aunque no lo reconozca a la primera, también sé mis defectos. Y si no los cambio es porque me gusta ser así, o simplemente porque no puedo evitar variar mi esencia. Soy así. Y si no te gusta, no es mi problema.


No hay comentarios: