10 de agosto de 2014

Destino

Hola, soy yo otra vez. ¿Me recuerdas?

Déjame que te ilumine un poco.

Soy aquella niña revoltosa y traviesa que juega con la línea de tu destino a la comba, y a la pata coja. Pero puedes estar tranquila. Me la aseguro en las manos por los extremos para que no se escape. El principio y el fin. Siento haberla pisado bastante, pero era novata. También me disculpo por adelantado por las veces que la pisaré al final, comprende que estaré cansada de estar jugando toda tu vida, y que me tropezaré y me caeré de bruces, y que la pagaré con tu ya desgastado destino. Pero, tranquila, que ni aún así lo soltaré. Estate por segura que se enredará en mil y una ocasión, que le haré nudos adrede que tú deberás desatar. En eso no te voy a pedir perdón, porque no es mi culpa. La vida me obliga a que ponga obstáculos entre tú y tu destino. Son lecciones que debes aprender 'por las malas'. Pero no te rindas. Él está ahí, paciente, a que lo vayas recorriendo.

¿Me recuerdas ya?



Hablamos del destino como algo de lo que nadie tiene el control. Qué error más grande. Yo juego con el destino de mucha gente cada día con cada decisión que tomo, con cada palabra que digo y con cada cosa que hago. Dejemos lo de las coincidencias a la casualidad. Que yo el destino se lo dejo a esa niña que tanto me recuerda a mí, que ella sabrá cómo cuidarlo y enseñarme a darme cuenta de qué es lo que realmente debe estar en mi vida y qué no. Confío en que si me equivoco ya me dará un latigazo en el culo con mi comba-destino para que corrija lo erróneo.


Mi destino es un juego del patio de recreo de una pequeña de 7 años. Sensatez y locura a partes iguales.

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