4 de junio de 2015

Suéñame despacio que tengo prisa

Llevaba enredado en el pelo el aroma del mar,
y cada terminación nerviosa de mi piel deseosa
pedía a gritos que me lamiera el salitre del cuerpo,

Que no quería otra cosa que jugar,
sin ser sirena ni mierdas de esas,
correr(se) por la playa y poco más.

Me retorcía y me salía de la toalla.
Y era de noche.
¿He dicho ya que era de noche?
Acababa llena de arena,
y suplicándole a Dios siendo atea,
que viniese a ducharme,
para no dejar de sentirme sucia.

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